5/5/12

Revelación


Me mordí el labio inferior. ¿Por qué no me llamaba? Había pasado ya una semana desde su cumpleaños y no lo había vuelto a ver. No había aparecido ni por el instituto ni por la biblioteca. Estaba empezando a inquietarme de verdad.
Volví a mirar la pantalla del móvil con la vana esperanza de que por fin diese señales de vida.
- No puedo estar todo el día así. He de espabilar y dejar de pensar en Jake. Pf, ni que fuese mi novio.- Resoplé. Cogí el bolígrafo azul y comencé a escribir sobre la hoja de papel.

Cuando terminé los ejercicios, recogí todo y puse la música para poder desconectar del mundo. Hacía siglos que no descansaba unos instantes, así que subí el volúmen y comencé a bailar por la habitación. Giraba, saltaba, brincaba...
Elisabeth no se dio cuenta en esos instantes, de que alguien llamaba al móvil desesperadamente.

*

- No contesta. Mierda.- Maldije. Vale, era normal que me ignorase después de haber pasado de ella casi una semana, pero no era propio de Elisabeth. Ella siempre contestaba, pasase lo que pasase. Tiré el móvil con fuerza. Se estrelló contra la pared y se partió en múltiples fragmentos. Genial, ahora me había quedado sin móvil porque aún no controlaba mi fuerza lo suficiente.
- Jake, cariño - Se asomó mi madre por la puerta-, sé que esto es muy duro para ti. Sé que todo esto te resulta raro y desconcertante, pero, por favor, no nos odies ni a tu padre ni a tu hermano ni a mí. No te lo dijimos antes porque supimos que no lo asimilarías bien. Era mejor tenerte en la ignorancia.
- Ya, y ahora se me cae el mundo de repente. No es justo mamá, yo no elegí esto. - Le recriminé.
- Cariño, lo siento muchísimo.- Se disculpó con lágrimas en los ojosy me abrazó con la dulzura propia de una madre. Normalmente, hubiese llegado a rodearme con sus brazos, pero ahora que era mucho más corpulento, apenas llegó a la espalda.
- Voy a salir un rato. Volveré por la noche.- Le avisé.
- Jake, no es buena idea que alguien te vea en este estado.
- Lo sé, pero me camuflaré, no te preocupes.
- Está bien, pero vuelve antes que tu padre y tu hermano, o nos meterás en un buen lío.- Me sonrío y se fue.
Me puse la nueva cazadora que me compraron hace unos días y me puse la bufanda alrededor del cuello. Abrí la puerta de la casa y un viento gélido me recorrió la espina dorsal.
En apenas unos minutos, llegué corriendo a la casa de Elisabeth. Llamé a la puerta.
- ¿Sí? - Abrió la puerta una chica de quince años que me miraba con curiosidad. Sí, era ella.
- ¿Están tus padres en casa?- Le pregunté.
- No. ¿Quién eres? - Me preguntó ella.
- Soy yo Elisabeth. Soy Jake.- Le respondí.
- ¿Jake?
- Tengo que contarte algo.



LRA

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